Cómo nacieron los libros? Para saberlo, debemos remontarnos en torno al año 4000 a. C., por lo que, como podrás imaginar, vamos a empezar hablando de un objeto que dista mucho del concepto de libro que entendemos hoy día. De hecho, ninguna forma de escritura parece haber aparecido antes de este momento. Fueron los sumerios, el antiguo pueblo que vivía en la Mesopotamia meridional, quienes inventaron el primer sistema de escritura documentado: la escritura cuneiforme. Los símbolos se imprimían con una herramienta puntiaguda sobre una tablilla de arcilla que se secaba después. Las incisiones, con forma de cuñas, eran breves y estaban dispuestas en forma piramidal.
Los rollos de papiro
Debemos dar un buen salto adelante en el tiempo para admirar los primeros rollos de papiro. Los primeros hallazgos datan de 2400 a. C. y son originarios de Egipto. El papiro se extrae de la médula de la homónima planta que crece a lo largo de las orillas del Nilo. La médula, extraída del tallo, se cortaba en tiras, se prensaba, se pegaba y se secaba. ¿El resultado? Una hoja en la que se podía escribir con un cálamo afilado, obtenido del tallo de una caña. Las hojas individuales se pegaban después en rollos que alcanzaban incluso los 16 metros de largo. El texto (escrito en la cara interior del rollo) estaba ordenado en columnas de varios centímetros de ancho.
Los papiros se enrollaban y almacenaban en tubos de madera. Su consulta, digamos, no era la más práctica: los rollos estaban envueltos en palos de madera voluminosos y para desenrollarlos había que usar ambas manos. Otro inconveniente: el papiro es un material frágil sujeto al desgaste y a la humedad. Lejos de su cálido y templado clima natal de la cuenca mediterránea puede pudrirse fácilmente.
Rollos de papiro
El pergamino, uno de los mejores materiales para la escritura
En torno al siglo II a. C. surge un nuevo material para la escritura: el pergamino, una membrana obtenida de la piel de animales que se calcinaba, limpiaba y estiraba. Se obtenía así una superficie fina, muy pulida, resistente y elástica. Los pergaminos más refinados aún se consideran uno de los mejores soportes para la escritura —no es casualidad que se siguieran usando hasta el siglo XIV d. C—.
¿Cuáles son sus orígenes? Debemos mirar hacia Grecia. El nombre deriva de la ciudad de Pérgamo, lugar en el que se encontraba una de las bibliotecas más grandes del mundo, rival de la Biblioteca de Alejandría. Fue en la época en la que el papiro comenzó a escasear cuando los pergaminos se convirtieron en la alternativa perfecta.
El pergamino
Las tablillas de cera, las antiguas tabletas
En la antigua Roma y en Grecia empezaron a circular las tablillas de cera, mucho más prácticas que los materiales precedentes de escritura. Se trata de pequeños bloques de madera que se recubrían con capas y capas de cera e incisos con la punta de un punzón (de madera, de metal, de hueso o de marfil). Las tablillas podían rascarse y reutilizarse. Lo innovador era la forma: las tablillas (que recuerdan a las actuales tabletas) estaban unidas en un extremo mediante hilos de cuerda o de hierro. Estamos frente al antepasado de las carpetas de anillas y de los libros encuadernados.
Las tablillas de cera
Manuscritos iluminados, auténticas obras de arte
Recordemos que ya en el año 105 d. C., en la lejana China, Cai Lun inventó el papel. Sin embargo, todavía hubo que esperar un poco de tiempo para ver el primer libro encuadernado con páginas de papel. En el período del 400-600 d. C. aparecieron los primeros manuscritos iluminados en hojas de pergamino. Estos valiosos libros estaban escritos a mano por los monjes, decorados con materiales preciosos, como plata u oro, coloreados con tintes brillantes y adornados con ilustraciones detalladas.
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Manuscritos iluminados
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